Quienes visitan Tandil, en la provincia de Buenos Aires, se encontrarán inevitablemente con Época de Quesos, una de sus más sabrosas tradiciones. Ubicada en la esquina de 14 de julio y San Martín, el lugar se ve antiguo, como si de una vieja pulpería o casa de ramos generales se tratara. A simple viste pareciera un edificio casi olvidado, pero al adentrarse en él la historia comienza a tomar forma.
Una almacén de quesos y fiambres se despliega en el hall central. Allí se puede comprar todo tipo de sabrosos embutidos. Pero quien quiera ir más allá podrá solicitar una mesa para comer allí. En ese caso, el comensal cruzará una puerta justo al mostrador y contemplará el pasado mismo.

Un cuarto enorme se despliega con sus mesas largas decoradas con cosas que despiertan cierta nostalgia. Un pingüino acompaña a los candeleros improvisados con botellas que iluminan el oscuro lugar. Un ramo de flores adorna la mesa colocado sobre un viejo balde devenido en maceta. En la punta de la mesa, una vieja balanza de almacén cuenta su historia. Las paredes están cargadas de curiosidades del pasado: pavas, barriles, almanaques, materas, botellas, sifones de soda, máquinas de coser, y más. En el centro, una vieja salamandra calefacciona el lugar.
Más adentro, un amplio patio se despliega bajo una extensa enredadera. Diversas mesas se desparraman para quienes quieran comer al aire libre (ideal para el verano).

Época de Quesos y su historia
Según relata el sitio oficial, la historia comienza con la llegada de Ramón Santamarina. Alrededor del año 1850, este joven español llega a la Argentina. Es en esa época que desde Buenos Aires parten al interior del país carretas que tienen como destino el fuerte Independencia (lo que hoy llamamos Tandil). Estas carretas traen alimentos y productos manufacturados, al igual que personas. A su regreso hacia Buenos Aires vuelven con plumas y cueros de vaca para ser exportados a Europa.
Ramón Santamarina solía realizar este viaje dos o tres veces al año. Luego de años de trabajo logra ser dueño de su primera carreta, pero los viajes no eran una empresa fácil. No había caminos sino sólo las huellas de otras carretas y a esto se sumaba el constante acecho de indios y las crecientes del río Salado que obligaban a cruzarlo por sus desbordes, lo que terminaba con la vida de muchos arrieros. Así, durante esos viajes, nuestro amigo se dio cuenta de que era necesaria la creación de postas, para poder descansar.

Primero una posta
La Posta del Centro es una de ellas y fue levantada en el año 1860. El lugar albergaba en ese entonces a caballos y arrieros que además de descansar conversaban y jugaban cartas en la sala mayor donde funcionaba el despacho de bebidas.
Para el año 1920, la familia Diez adquiere la esquina y el lugar se convierte en un almacén de ramos generales, funcionando con el nombre de Almacén del Centro hasta que cierra sus puertas en el año 1970. Eran tiempos distintos, en que se confiaba en algo que hoy se ha perdido: la palabra. Así es que se compraba a crédito y el control se llevaba a través de una libreta llamada de “almacén”, la cual poseía el cliente.
De 1970 a 1990 el lugar permanece cerrado y sólo dos ancianas comparten la esquina hasta que mueren. La Municipalidad de Tandil declara el rancho Monumento Histórico, ya que es la única casa de la ciudad que no tiene ochava. En 1990, Teresa Inza decide buscar un lugar para comercializar sus productos. Luego de reciclarla durante casi un año, nace Época de Quesos, lo que sería la concreción de un viejo sueño personal.