Cuando pensamos en Tandil, no lo vamos a negar, una de las primeras cosas que se nos vienen a la cabeza son los salamines y quesos. Y es que eso forma una parte importante de esta localidad ubicada en el centro-este de la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, son diversas las propuestas que este rinconcito argentino tiene para el turista.
En plena ruta, y a medida que nos vamos acercando al destino, las sierra se alzan al costado del camino. Pertenecen al Macizo de Brasilia, una de las sierras más antiguas del planeta. Son enclaves privilegiados para realizar actividades recreativas, deportivas y de interpretación y contemplación.
Es común ver a distintas personas haciendo trekking, especialmente si se recorre los sectores a las afueras del casco urbano. Gorro, mochila, lentes y una botella de agua a mano, quien disfruta del turismo aventura está en su mundo con esta actividad.
La Movediza
Otro de los íconos de Tandil es La Movediza. Aunque hoy sólo se trate de una réplica, durante décadas fue la mayor atracción de la ciudad. Se trata de una mole de granito de más de 300 toneladas, con una altura de 5,75 metros y 7 metros de base, que tenía la particularidad de oscilar sobre una base muy pequeña en el borde del Cerro La Movediza.
Lastimosamente, el 29 de febrero de 1912 La Movediza perdió el equilibrio y cayó hasta la base del cerro, partiéndose en tres grandes bloques. Hoy en día aún pueden verse desde la cima del cerro mientras se disfruta de las fantásticas vistas que lo rodean. Aunque existen distintas versiones acerca de su caída, lo cierto es que el episodio no alejó al turista ya que el lugar mantuvo su fama.
Parque Independencia
Si te gusta caminar, otro atractivo es el Parque Independencia. El paseo cuenta con un acceso a través de una portada de estilo románico obsequiada por la colectividad italiana. Si bien cuenta con un camino para ascender en auto, la actividad se disfruta más yendo a pie. Subiendo se llega hasta la cima del cerro de 286.50 m, donde se encuentra el Castillo Morisco.
Si bien es un paseo que parece sencillo, no es ideal para hacerlo empujando un coche de bebé (yo sé lo que les digo). En ese caso, es preferible subir en un vehículo.
Sobre la ladera sur del cerro se halla el Anfiteatro Martín Fierro, teatro al aire libre, donde se llevan a cabo varios espectáculos. En la ladera norte se puede disfrutar de los espacios verdes del Jardín De La Paz y la Plaza de las Banderas.
Monte El Calvario
Para los aventureros un poco más religiosos, esta es una gran opción. Se trata de una actividad de trekking entre rocas y árboles siguiendo distintos monumentos que narran el Vía Crucis. Tercero en importancia a nivel mundial se inauguró el 10 de enero de 1943.
Cuenta con 14 estaciones que, junto a la forestación del cerro, reflejan el recorrido de Jesús hacia su crucifixión final. Posee una escalinata de ingreso de 196 peldaños.
Actividad nocturna
Las actividades señaladas hasta acá, y otras tantas, permiten bajar durante el día esos kilitos que se nos agregan a la noche. Pubs, cervecerías artesanales y discotecas ofrecen un escenario ideal para divertirse cuando el sol se esconde en Tandil. Milongas, peñas folclóricas y salseras, invitan a disfrutar y aprender distintos ritmos, en bares temáticos y culturales.
Son muchas las propuestas de la noche, y varían según el bolsillo de cada viajero. Desde casas de comida rápida al paso hasta bodegones, no hay noche (o mediodía) en que no se coma bien.
Si se quiere disfrutar de ricos productos regionales, las ofertas son varias, pero sólo una es dueña de tanta historia. Época de Quesos es una vieja posta de carretas en Tandil a la que hoy se puede ir a degustar unos exquisitos embutidos. Además de por sus fiambres, es conocida por ser el único edificio de la ciudad que no posee ochava. Si querés saber más de este lugar, lee nuestro artículo dedicado a esta esquina cargada de historia.